Lo curioso de los recuerdos es que al rememorar una escena determinada de nuestro pasado, cuando eramos niños, adolescentes o acaso adultos, somos capaces de reproducir en nuestra mente, hasta el más mínimo detalle de lo ocurrido en ese instante. El lugar en el que nos encontrábamos:la tenue luz que entraba por la ventana entreabierta, la comodidad de aquel sillón en el que jugábamos haciendo mil piruetas.... Las sensaciones y sentimientos que nos invadían, las circunstancias que nos envolvían y que en ese momento eran tan importantes para nosotros, las personas que nos acompañaban en nuestro camino, qué era lo que tanto nos preocupaba entonces, en qué consistía nuestra existencia en aquel tiempo.... Cuando siendo niños descubrimos, la repentina angustia de la consciencia de uno mismo y de nuestra existencia,la inesperada alegría del juego, los sucesos que con toda probabilidad podrían ocurrir en nuestro futuro... Momentos de felicidad y de tristeza se solapan, amistades y amores rotos, expectativas no cumplidas,proyectos que brotaron de la nada.
De repente, una canción nos trae a la memoria la imagen de una tarde que
compartimos con unos amigos y este recuerdo trae a otro consigo, de
la mano, de aquella época de nuestra vida o de otra. Así evocamos
personas que ya no están en nuestras vidas, porque nuestros caminos
se separaron, porque partieron de este mundo.... De esa manera y por
un instante,volvemos a vivir en aquel lugar,como si siempre hubiese
seguido existiendo, esperando nuestro regreso. Un espacio que
probablemente ya no es, tal y como lo vivimos en aquel
tiempo. Reaparece en nosotros el sentimiento con el que afrontábamos la
vida o que tal vez la vida, provocaba en aquella época en nosotros.
Con
la evocación, damos de nuevo vida a realidades pasadas. A lugares, a
sentimientos, a pensamientos, a personas, a pequeñas porciones de
nuestra existencia. Pequeños tesoros que al final, serán lo único
que nos quedarán de tiempos pretéritos. De nuestra infancia,
adolescencia, de nuestras amistades y amores, de nuestros trabajos, de todas nuestras experiencias. De nuestros éxitos y fracasos, de
nuestros aciertos y errores. De los últimos momentos que pasamos
con nuestros seres más queridos: nuestros padres, nuestros
familiares más próximos, nuestros amantes y amigos. Nuestros
recuerdos son fieles testigos de cómo todo cambia a medida que la vida pasa.
La evocación es, un viaje mágico por las distintas épocas que forman parte de nuestra historia. Un acceso que se produce de forma espontánea o intencionada, a un archivo
de secuencias, que nos conmovieron y nos determinaron de alguna
manera. Algo que forma parte de nuestro pasado, de nuestra vida y de
nosotros mismos. Siempre interpretado, desde la curiosa subjetividad
que define nuestra persona.
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