martes, 31 de enero de 2023

Luces y sombras












Nuestras vidas están hechas con retazos de mentiras. Verdades que nuestros padres nos ocultaron, traiciones de nuestros hermanos que no se atrevieron a decirnos, afectos inexistentes de envidias disfrazadas de necesidad y empatía de amigos que nunca lo fueron, amores que perecieron, que se consumieron al transcurrir del tiempo sin suficiente fuerza y consistencia para sobrevivir a su paso. Vivencias de todo tipo que se esconden por vergüenza, por pudor, por maldad, por incompetencia para asumir un rol. Así nuestra vida está hecha de inexactitudes qué a veces conocemos y qué en otras ocasiones nunca llegamos a conocer. Así somos las personas: egoístas, convinencieras, cobardes, malvadas, incapaces. Maquillamos, disfrazamos una realidad que no existe. Ponemos mil excusas para no tener un comportamiento honesto con los demás y con nosotros mismos. Heridos por la soberbia, la tiranía, la prepotencia. Sometidos a unas convenciones sociales que en algún momento a nosotros tampoco nos sirvieron. Somos lobos disfrazados de corderos. Vivimos rodeados de hipocresías y falsedades. Y si tienes la valentía de mostrarte como eres, ten cuidado, ya que podrían confundirlo con debilidad, y ellos, esas personas que forman tu entorno, podrían afilar sus dientes con el propósito de desgarrar tu alma y destrozar tu reputación y tu valía. Así somos las personas, el hombre es el peor enemigo del hombre y la mujer de la mujer y el hombre de la mujer y la mujer del hombre. La vida es un juego perverso del que nadie sale indemne. Todos salimos dañados. Mermados en nuestras manifestaciones de quienes somos en realidad, para ser aceptados, en un proceso de adaptación para no ser devorados por la locura de un sistema que no perdona, ni desea, ni le importan las muestras de autenticidad.