La
obsesión por el amor parte de la idea de que solo el amor romántico
es fuente de felicidad. Creencia compartida por infinidad de mujeres.
La
necesidad de tener este tipo de amor en nuestras vidas, reside en
última instancia en la percepción de que éste determina nuestra
vida, nuestra personalidad e incluso forma parte de nuestra
identidad.
Ciertamente
nuestros compañeros de vida, nuestros amores, condicionan nuestra
persona hasta ese nivel de profundidad, de ahí el desconcierto
existencial al que se puede llegar tras una ruptura amorosa. Además
del vuelco que da la vida cotidiana a nivel íntimo y personal, este
cambio también transciende a los usos y costumbres sociales que
siguen a la ruptura.
Por
eso se habla de reconstrucción(la personalidad acomodada a los
gustos del otro, la identidad fusionada con el otro, tienen que
desligarse de nuevo). Tenemos que volver a ser quien éramos o mejor
dicho ser quienes somos ahora, sin el otro, sin la relación que
teníamos con esa persona, sin ese tipo de amor, después del tiempo
transcurrido.
Es
duro enfrentarse al espejo de la vida, a la vez que es absurdo
pensar, que quién eres depende tan solo de esa otra persona. Es
cierto que con esa persona hemos recorrido un tramo de nuestro
camino, hemos crecido, hemos cambiado, hemos conocido gente y hemos
tenido experiencias, y sobretodo, hemos vivido de una determinada
manera.
Pero
¿qué queda después de todo eso? Queda quién eres tú ahora.
Entonces...¿a qué viene esa prisa por volver a estar en pareja?
Disfrutemos
de las infinitas posibilidades de ser tan solo quienes somos en cada
momento con absoluta libertad. El resto llegará por añadidura como
consecuencia natural del proceso de la vida si es que ese es acaso
nuestro destino.