jueves, 19 de septiembre de 2019

La obsesión por el amor


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La obsesión por el amor parte de la idea de que solo el amor romántico es fuente de felicidad. Creencia compartida por infinidad de mujeres.
La necesidad de tener este tipo de amor en nuestras vidas, reside en última instancia en la percepción de que éste determina nuestra vida, nuestra personalidad e incluso forma parte de nuestra identidad.
Ciertamente nuestros compañeros de vida, nuestros amores, condicionan nuestra persona hasta ese nivel de profundidad, de ahí el desconcierto existencial al que se puede llegar tras una ruptura amorosa. Además del vuelco que da la vida cotidiana a nivel íntimo y personal, este cambio también transciende a los usos y costumbres sociales que siguen a la ruptura.
Por eso se habla de reconstrucción(la personalidad acomodada a los gustos del otro, la identidad fusionada con el otro, tienen que desligarse de nuevo). Tenemos que volver a ser quien éramos o mejor dicho ser quienes somos ahora, sin el otro, sin la relación que teníamos con esa persona, sin ese tipo de amor, después del tiempo transcurrido.
Es duro enfrentarse al espejo de la vida, a la vez que es absurdo pensar, que quién eres depende tan solo de esa otra persona. Es cierto que con esa persona hemos recorrido un tramo de nuestro camino, hemos crecido, hemos cambiado, hemos conocido gente y hemos tenido experiencias, y sobretodo, hemos vivido de una determinada manera.
Pero ¿qué queda después de todo eso? Queda quién eres tú ahora. Entonces...¿a qué viene esa prisa por volver a estar en pareja?
Disfrutemos de las infinitas posibilidades de ser tan solo quienes somos en cada momento con absoluta libertad. El resto llegará por añadidura como consecuencia natural del proceso de la vida si es que ese es acaso nuestro destino.

La resilencia


Hay personas que cuando en su vida se cruzan con circunstancias negativas se dejan caer con la certeza de que alguien les recogerá para amortiguar la caída. De esta forma se hunden y no enfrentan la situación que les hace sentir mal, dejando esta responsabilidad en manos de otros. Así no desarrollan resiliencia (La resiliencia es la capacidad que tiene una persona o un grupo de recuperarse frente a la adversidad para seguir proyectando el futuro. En ocasiones, las circunstancias difíciles o los traumas permiten desarrollar recursos que se encontraban latentes y que el individuo desconocía hasta el momento. Definición de resiliencia según la RAE). Al optar por la decisión de hundirse, de abandonar toda esperanza, no desarrollan sus recursos internos, su fortaleza, su fuerza, su coraje. La vida pasa y estas personas se encuentran en el mismo punto en el que se encontraban en el momento en el que apareció la circunstancia negativa. Se siguen sintiendo derrotados, con la seguridad de que otras personas responderán por ellas a las demandas que la realidad solicita. Su impotencia les empequeñece y les hace esclavos de su propia respuesta a lo sucedido. Pero como dice el refrán “todo tiene solución” y “no hay mal que cien años dure”. Dejarse ayudar o ayudarse a uno mismo observando el suceso desde otras perspectivas, puede llevar a salir de ese estado y que esas personas sigan luchando en el camino de la vida.

¿Miedo al compromiso?

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Últimamente me encuentro con amigas que me comentan que inician una relación con un hombre y que en un momento determinado ellos salen con el típico: “no estoy preparado para tener una relación seria”, o “ no puedo comprometerme debido a todo lo que he sufrido en mi pasado”.
Me choca esta proliferación de hombres que desde una franqueza casi hiriente, no se atreven a tener relaciones estables con mujeres con las que se encuentran a gusto y cómo son capaces de creer las propias excusas que arman para evitarlas tanto ellos como ellas.
¿Qué es lo que ocurre? ¿Es el miedo al propio sufrimiento lo que pone freno realmente a que estas relaciones prosperen? ¿O simplemente los hombres siempre han huido del compromiso y les va más ir de flor en flor o simplemente a su aire, solo que ahora no tienen problema en decirlo abiertamente al abrigo de cualquier excusa que les parezca mínimamente creíble?
¿Acaso las mujeres no hemos sufrido desengaños y no nos han hecho daño en relaciones pasadas? A pesar de ello estamos dispuestas a tener una relación estable con un hombre con el que nos sintamos bien y no cerramos puertas, ni caminos y nos lanzamos a la aventura sufriendo las excusas y la frecuente indecisión del sexo débil.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

El secreto de la felicidad

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El secreto de la felicidad pasa por aceptar que lo que nos ocurre en cada momento de nuestra vida es lo mejor que puede pasarnos. Las circunstancias que atravesamos por malas que parezcan, tienen su sentido de ser, una lección oculta, que saldrá a la luz más adelante.
El secreto de la felicidad es confiar en que la secuencia de los acontecimientos un día será comprensible y tendrá un sentido para nosotros. Es entender que para estar bien tal vez primero tengamos que estar mal. Que cada situación, cada persona que se cruza en nuestro camino, no es por pura casualidad. Las situaciones cambian, las personas entran y salen de nuestra vida y nada de esto es fruto del azar.
El secreto de la felicidad es a fin de cuentas confiar en la vida, en lo que la vida nos trae, ya que la vida es un conjunto de experiencias positivas y negativas que nos ocurren para propiciar nuestro propio aprendizaje y crecimiento personal. Para que nos conozcamos mejor a nosotros mismos y a los demás y descubramos cómo es el mundo que nos rodea, para que un día por fin alcancemos la paz y ¿por qué no? la tan ansiada felicidad.

jueves, 5 de septiembre de 2019

Los demás













Hay personas que al interactuar con ellas te hacen renacer. Florecer, como una flor en primavera, recuperando todo su color, textura, aroma y esplendor. Te dan luz, ilusión, esperanza. Te abren caminos que ni siquiera sabías que existían. Te ofrecen perspectivas que nunca te habías planteado.
Expanden tu alma y tu pensamiento. Renuevan tus ganas de vivir. Te enriquecen. Te alegran el día.
Son comunicativas. Comparten sus preocupaciones y sus alegrías. Son empáticas y tienen un fuerte apego al sentimiento de solidaridad. Entienden que de alguna manera todos vamos en el mismo barco y somos susceptibles a que nos ocurran las mismas cosas, tanto buenas como malas.

Otras no entienden el entusiasmo, no les gusta comunicarse con los demás. Lo consideran una intromisión en su vida, en su triste realidad.
No entienden que alguien pueda ser detallista, que se preocupe por ellos. Estas personas son tremendamente egocéntricas y no piensan más que en ellas mismas, en sus metas y en su mundo burbuja. Poco les importa hacer lo que sea para conseguir sus fines, caiga quien caiga, hieran a quien hieran. Solo ellos importan. Son el ombligo de un mundo penoso y limitante.

Por supuesto hay un sinfín de tipos de personas y de subtipos a englobar en esta u otras descripciones.
Pero básicamente hay personas que te hacen la vida más agradable y otras que de una forma u otra tratan de llevarte con ellas a su oscuridad.

martes, 3 de septiembre de 2019

Yo me bajo en la próxima...Y tú?


















A menudo escuchamos o leemos que la vida es como un viaje en tren. Un trayecto que transcurre a lo largo del tiempo en el que nos acompañan distintas personas y aspiraciones, que no siempre son buenas para nosotros. Nos aferramos a relaciones sentimentales que no nos satisfacen. A amistades que no nos corresponden. A familiares que no nos aprecian. Y perseguimos trabajos que nos quitan tiempo y salud y que a veces no son lo que la vida nos tiene destinado.
El temor al cambio nos paraliza. Aún sabiendo que no estamos en el lugar correcto, con las personas adecuadas y viviendo una vida saludable y satisfactoria para nosotros, continuamos apegados a todo lo que nos hace daño, dejándonos llevar por la inercia del transcurrir del tiempo, esperando que las cosas mejoren, excusándonos en un “es lo normal”, “a todos les pasa”, las famosas y parafraseadas“en todos los sitios cuecen habas” o “la felicidad completa no existe”.
Es posible que todas estas frases hechas encierren algo de verdad pero no justifican la suerte de sufrimiento que es para algunos, incluso para muchos la vida. No obstante reunir el coraje suficiente para enfrentarse a la realidad en que consiste nuestra vida para cambiarla y conseguir nuestro bienestar no es tarea fácil. Igual que el proceso por el que tendremos que pasar para conseguir la vida que anhelamos. Será necesario tomar decisiones que hemos postergado durante mucho tiempo y cuyas consecuencias tendremos que sufrir, afrontar y superar. La soledad rondará nuestra vida igual que antes lo hacía la insatisfacción.
Por lo que es muy importante saber cuando debemos bajar del tren, cuando hemos llegado a nuestra estación, en cada ámbito de nuestra vida. En vez de subir el umbral del dolor, del sufrimiento y nuestra capacidad de aguante ante el maltrato, queramonos más y sepamos decir basta a tiempo. Los daños colaterales serán menores, nuestra autoestima saldrá reforzada y sentiremos más a menudo esa felicidad de la que siempre dicen que no existe completa.



lunes, 2 de septiembre de 2019

¿Somos las mujeres y los hombres invisibles a partir de los 50?








La mayoría de mujeres y hombres que conozco que permanecen solos a partir de los 50 están rotos, destruidos por la soledad, por la huella que dejó en ellos relaciones pasadas. No son invisibles. Están como borrosos, desdibujados, buscándose a ellos mismos, en proceso de reconstrucción.
Los que permanecen en pareja desde hace mucho tiempo, están en su mayoría esclavizados en su rol de madre-padre, esposa-marido, sacando adelante su trabajo fuera y dentro de casa y tratando desesperadamente de encontrar un sentido a su vida, insatisfechos como se sienten por una relación posiblemente deteriorada e hijos no siempre agradecidos ante su dedicación y esfuerzos.
En ambos grupos hay mujeres y hombres empoderados, que viven la vida que quieren vivir tanto en soledad como en compañía, que se han encontrado a sí mismos, que se han construido o reconstruido encontrando la paz y la armonía, que han conseguido por fin ser ellos mismos y disfrutar a su manera de la vida.