¿Qué es el éxito?

  

El éxito es tener salud.

Éxito es encontrarte con personas que creen en ti y te apoyan en el camino que has elegido para ti.

Éxito es levantarse cada mañana con ganas de sacar a tu familia adelante, de superarte, de crecer como persona, de ser la mejor versión de ti misma.

Éxito es que tus hijos estén sanos y sean felices.

Éxito es disfrutar de la dulzura de la vida a través de la bondad de las personas que te quieren cómo eres y a pesar de quién eres y desean sólo verte bien y desean tu felicidad, con toda simplicidad, de forma incondicional.

Éxito es mirarse al espejo y a pesar de los años descubrirte guapa, con ilusión en la mirada, con la esperanza en el corazón de que todo lo bueno aún está por llegar.

Éxito es ser feliz a ratos, es atrapar momentos de risas, de confidencias, de plenitud, de conexión con la naturaleza, de conexión con la vida, de compartir con otras personas.

Es comprender por qué o para qué pasan las cosas. Es sacar la enseñanza y el disfrute de cada etapa de nuestra vida.

Éxito es vivir en paz, sin que a nada ni a nadie le demos el poder de alterar nuestra calma.

Éxito es vivir y saber apreciar la vida, lo bueno y lo malo y saber que la vida es un proceso de constante lucha y superación.

Éxito es disfrutar de cada momento porque es único e irrepetible y está ahí para enseñarnos algo. Tanto los momentos dulces, como los amargos.

La vida es una escuela de éxito.

¿Y tú cuánto vales?

 

En la sociedad en que vivimos aún perdura aquello de “tanto tienes tanto vales” ya que es el resultado visible de lo que has sido capaz de conseguir en tu vida, con tu trabajo y tu esfuerzo, a nivel material. Hay personas que no han tenido opción a tener esos trabajos tan productivos, o carecen de las aptitudes necesarias para ellos o simplemente prefieren llevar una vida más tranquila y modesta. Vivir en una casa espectacular, tener un coche de ensueño o viajar alrededor del mundo no son su motivación para conseguir la felicidad en la vida. Creo que debería evaluarse en qué tipo de persona has sido capaz de convertirte en tu vida, con tu trabajo y tu esfuerzo. Y que grado de felicidad has sido capaz de alcanzar en tu vida. Tal vez estos parámetros sean igual de valiosos para dar la medida de lo que vale cualquier  persona con la que nos encontremos.

¿Por qué nos hacemos daño?

 

Ayer hablando con una compañera de trabajo de esto y de aquello no sé cómo llegamos a abordar las reacciones que teníamos cuando alguien nos hacía daño. Ella argumentaba que tendía a devolver el daño producido. Yo le decía que tendía a alejarme de esa persona, a sacarla de mi vida. También le dije que era consciente de que había hecho daño a veces por no prever las consecuencias de mis actos y otras por mi incapacidad en ese momento de actuar de otra manera, mejor, más apropiada a la situación. Pero claro, si aplicamos esta incapacidad de obrar a todas las personas que llevan a cabo actos que nos provocan dolor, no ser capaz de obrar de una forma más saludable, más empática, más solidaria o amable, también serviría para ellos. Para todos. Causamos dolor porque no somos capaces de hacer felices a los demás y en contrapartida los hacemos un poco desgraciados. Todo debido a nuestra incapacidad para ser más bondadosos, más amorosos, más felices con nosotros mismos como para no ver en el otro una amenaza. Vale esto me sirve. Lo compro. Pero todo se desvanece cuando detrás de este comportamiento hay una intención de causar daño, una planificación para llevar a cabo estos actos. De ahí no hay forma de salvarse. Esto es lo que viene a llamarse maldad, crueldad, venganza.

Y a pesar de todas estas posibilidades y en todos los casos, la mejor opción es el perdón y el olvido, que nos libera de los errores y el sufrimiento del pasado, nos permite disfrutar del presente y esperar un futuro mejor.

Las apariencias

 

El otro día estuve viendo Amor ciego, una película norteamericana del género comedia romántica. La película trata de como un hombre muy superficial y obsesionado por la belleza física es hipnotizado y comienza a percibir a las personas físicamente no por cómo son en realidad, si no por cómo son interiormente. Sin duda la vida sería mucho más sencilla si pudiéramos ver en el exterior de las personas como son en su interior. Elegiríamos mucho más fácilmente a amigos y pareja. Sería muy evidente quién es de fiar y quién no; quienes son los buenos y quienes son los malos. Nos evitaríamos muchos desengaños y desilusiones. Aun así de una forma u otra tendemos a hacernos una idea aproximada de cada persona por su apariencia y comportamiento:

-Pues parece una buena persona.

-¡Qué correcto y educado!

-Parece muy maja y divertida.

-¡Qué simpática!

-Parece alguien de fiar.

-Parece sincero.

Sin embargo todo puede quedar en nada más que fachadas. Conocer a alguien nos lleva la vida entera, ya que igualmente que nosotros vamos cambiando, ellos también. Vamos evolucionando, mejorando, cambiando nuestras prioridades y nuestros valores. Nuestra esencia es la misma pero la vida va cumpliendo su cometido, dotándonos de experiencias, que enriquecen nuestra mente y nuestra alma.

Cuando tú no estés

 

Cuando tú no estés...¿A dónde iré, a quién buscaré para compartir confidencias, pequeñas frustraciones y grandes deseos ? ¿Dónde trataré de buscar esa sensación de complicidad, de familiaridad, ese amor incondicional, esa frescura que desde la infancia, y la adolescencia y a fecha de hoy preside nuestros encuentros? ¿Dónde iré cuándo me sienta pérdida, hastiada una vez más de la lucha sin tregua que supone vivir? ¿Dónde podré encontrarte cuando ya no estés? Lloro anticipadamente tu pérdida...Seguramente todavía muy lejana. ¿Dónde y con quién encontraré consuelo y comprensión, paz y sosiego, esperanza...? ¿Quién me arrancará una sonrisa? ¿Quién me hará un pequeño regalo para realzar el gran regalo de su presencia? La vida será distinta, otra. Y no sé quién podrá calmar mi soledad sin ti. Mi amiga, mi hermana, mi compañera.

El lugar y el momento perfectos

 

Estás en el lugar y en el momento perfectos en el trayecto de tu vida. Todo está en marcha. Relájate. Deja que la vida transcurra, deja que te arrulle el acontecer de los sucesos, mientras tú disfrutas de la paz del que todo lo ha hecho.

Sobreponte al ruido de las turbulencias que la existencia produce en torno tuya. Todo va bien. Hiciste lo suficiente. Deja en manos de la vida lo que ya de ti no depende. Deja de luchar a contracorriente. Tú ya sembraste todas las semillas de tus deseos, de lo que quieres de la vida. Deja que éstas germinen, que crezcan, que den frutos, que esos frutos estén maduros. Relájate y déjate mecer por el paso del tiempo. Riega y cuida tus sueños pero sobre todo cuida de ti mismo. Tal vez lo que tú deseas de esta vida no es lo que ella te tiene preparado. Mientras disfruta del camino, de la espera, del tiempo que dura tu vida que no será para siempre. No te dejes abatir por las frustraciones, por el miedo, por las prisas. Tu reloj sigue en marcha y mientras hay vida hay esperanza. No sabes que va a ocurrir mañana, ni de aquí a un año, o a cinco o a diez.

Puedes poner todo de tu parte pero la vida tiene sus planes y tú los tuyos. Como dijo John Lennon “La vida es aquello que nos ocurre mientras nosotros hacemos otros planes”