Se me rompe el corazón en trocitos muy pequeñitos,
ante la ternura que despierta en mí, el presenciar cómo es la vida de dura,
llena de obstáculos a superar y a pesar de eso, cómo existen determinadas
personas, llenas de bondad y de buenas intenciones, que no pierden la sonrisa, la
ilusión, tras una desgracia, tras un giro inesperado del destino.
Nunca
sabemos cuándo será la última vez qué veremos a alguien, qué lo abrazaremos o
besaremos. Nunca sabemos cuándo serán las últimas vacaciones, las últimas Navidades,
la última vez que saldremos de viaje. Nunca sabemos. Y es mejor que así sea.
Dejar qué la vida nos sorprenda y qué la muerte nos alcance viviendo la vida.