El
camino a la liberación y a la paz contigo mismo
Esta
es la nueva filosofía que guía mi vida en este momento y que se
estaba gestando en mí, a raíz de sentir que necesitaba un cambio en
mi vida, ya que mis hijos han crecido y ya no me necesitan como
antes, puedo dirigir mi atención y mi energía en satisfacer mis
propias necesidades, postergadas a un segundo término hasta el
momento.
Entendí
que debía de empezar a amar a mis hijos desde el desapego: ellos son
los protagonistas de su vida y yo de la mía.
Esa
idea empezó a hacerse un lugar en mi cabeza pero no alcanzaba a
entender como traducirla en acciones, como materializarla y el
alcance que podían tener las mismas.
El
incidente que sufrí en el viaje para ver un matrimonio amigo hizo
que todas las ideas que tenía al respecto tomaran forma.
Amar
desde el desapego, aceptando a cada persona como es, pero no
sufriéndola, padeciéndola, cuando de una forma u otra, esa persona
claramente quiere dañarnos y es cruel en su comportamiento y
palabras hacia nosotros.
Relacionarnos
con los demás, sin demasiadas expectativas y sin tener una necesidad
acuciante de cada persona con la que creamos un vínculo.
Esta
conducta trae calma y serenidad a la mente y al corazón y favorece
el establecimiento de relaciones sanas y ricas.
Adoptar
una actitud de desapego en la resolución de los conflictos y los
problemas que surgen día a día, significa actuar en la búsqueda y
ejecución de la solución del problema, pero sin urgencias, sin
ansiedades, dando pequeños o grandes pasos, pero siendo conscientes
que en cualquier conflicto están involucradas varias partes de forma
directa o indirecta, así como determinado por varias circunstancias
que escapan a nuestro control.
De
esta forma el proceso que lleva a la solución va haciendo camino y
nosotros nos sentimos en paz sabiendo que hemos hecho lo que hemos
podido, lo suficiente, lo apropiado.
El
fin último de la existencia es vivir en paz y abordar las distintas
facetas de la vida, de forma que esta paz no se vea alterada.
También
es beneficioso empoderarse y darnos cuenta de que no necesitamos a
nadie para realizar varias actividades de nuestra vida: como viajar o
disfrutar de las cosas que nos gustan.
No
depender de nada, ni de nadie, implica aceptar que la mayoría de las
personas que nos cruzamos en nuestro camino de un modo u otro con el
tiempo dejarán de acompañarnos. Y vivir con desapego las emociones que en un determinado momento puedan invadirnos: el enfado, la impotencia, la tristeza, que nos generan situaciones
que escapan a nuestro control y que siguen el ciclo de la vida para
nuestro crecimiento. Ocurren desencuentros con personas a las que queremos, se dan evoluciones distintas... Hay personas a las que no vimos cómo realmente eran y de repente se muestran cómo son.
Existen mil factores, mil situaciones que acontecen en nuestra vida y que no
tienen vuelta atrás. Hay que sacarles el lado positivo, la
enseñanza. Avanzamos por la vida y ese avance supone cambio.
¡Eureka! Estamos vivos.