domingo, 16 de diciembre de 2018

Las casas no sólo son de sus dueños








Las casas no sólo pertenecen a sus propietarios. Son propiedad de todo aquel que tuvo vivencias significativas entre esas paredes. Sentimientos intensos de alegría,felicidad, o consuelo; de dolor, de tristeza, de melancolía. Experiencias que marcaron un antes y un después. Recuerdos que nunca nos abandonaran y que evocaremos en los momentos en los  que la soledad sea nuestra única compañía y la reflexión nuestra única actividad. Cuando nos ahogue la añoranza del pasado, necesitemos su impulso, su abrigo, su amor despechado, olvidado entre los vaivenes del tiempo.
Lo que en esas casas nos ocurrió o sentimos, forma parte de nuestra vida, de nosotros mismos.  La casa de nuestros padres, las de nuestros familiares y las de nuestros amigos. Todos somos dueños de varias casas en este sentido, ya que entre sus cuatro paredes disfrutamos o sufrimos un trocito de nuestra existencia.
En nosotros queda la impronta de la sensación que creo ese recuerdo. El ambiente, los colores, los olores, cómo nos sentíamos. La paz o el conflicto. Todos somos capaces de recordar la escena que nos dejó una huella imborrable, enumerando todos los detalles del escenario en que ésta tuvo lugar. Si era verano o invierno. Si hacía frío o calor. La luz. Los detalles de la decoración.Que acertábamos a ver por la ventana. Quienes estaban presentes en aquel momento, en aquella situación o si acaso estábamos solos.
Estamos hechos de pequeñas imágenes que se unen para formar la película de nuestra vida y en esa película también hay un espacio imborrable para los acontecimientos más memorables que hemos vivido y que nos hicieron crecer y ser quienes somos en este mismo momento.