jueves, 8 de junio de 2023

Preámbulo al verano



















El ambiente está plagado de aromas. El nacimiento de los diferentes tipos de flores llena de distintas fragancias la atmosfera. Nuestros sentidos no saben a cuál de todas prestar atención. Ora a una, ora a otra. Tratamos de identificarlas, de deleitarnos con su exquisito y repentino perfume. Una demostración de la majestuosidad de la vida, una exposición de todas las tonalidades de sus efluvios. La naturaleza expresa y casi grita que está viva, de una forma bella y cálida, despertándonos con sus emanaciones florales sentimientos varios. Todos agradables, todos esperanzadores, plenos, reparadores.

El florecimiento del universo vegetal en primavera lleva aparejado, la apertura de nuestro mundo interior que se traduce en un nuevo empuje, en nuevos inicios, nuevas ilusiones. La promesa inmediata del disfrute de los sentidos. Nos sentimos embriagados, acariciados por el sol y la leve brisa de un ya próximo verano. La bonanza del descanso, del tiempo perdido, del aburrimiento en su forma más sana. La desconexión de nuestra rutina habitual. En una palabra, lo que solemos denominar vacaciones, cuando todo está permitido, entretenerse observando el trasiego de una ordenada fila de hormigas o la estela que deja en el cielo un avión lejano, desperezarnos hasta el infinito, relajarnos hasta sentir como si nuestros músculos flotaran en medio de la nada en un espacio no gravitatorio. Hacer una oda a la pereza. A la gula. Rendirse al sueño en medio de maravillosas siestas. Hacer por fin y en cada momento, lo que realmente nos apetezca, nos pida el cuerpo, la mente y el espíritu.