miércoles, 23 de julio de 2014

Amanece que no es poco



Cada día cuando despertamos, una nueva jornada se abre paso hacia nosotros. Una nueva posibilidad de hallar la felicidad, de realizar nuestros sueños. Somos lo que pensamos y atraemos aquello que somos. Para bien o para mal, aquello en lo que centramos nuestra atención termina siendo determinante para nuestra felicidad. Nuestras creencias a cerca de como debe de ser nuestra vida, encorseta el hecho de que la alegría fluya en la misma. Si pensamos que para ser feliz necesitamos, por ejemplo, tener pareja, difícilmente conseguiremos serlo si no la tenemos. Aunque dispongamos de un buen trabajo, gocemos de excelente salud, tengamos cordiales relaciones con familiares y amigos e incluso disfrutemos de un hogar de ensueño. No debemos de perder de vista, la presión social a la que nos hallamos sometidos a la hora de establecer los criterios y las prioridades que determinan nuestras creencias a cerca de como debe de ser nuestra vida y de cómo alcanzar la felicidad. Y en base a esta reflexión, debemos comprender, que sólo un encuentro profundo con nuestro yo, con nuestros gustos, con las afinidades por esos estereotipos, nos permitirán hacerlos nuestros. Es vital que conozcamos de primera mano qué nos hace felices. No qué hace felices a los demás. ¿Qué es lo que te hace feliz a ti? ¿Qué o cuales actividades estás deseando tener tiempo para poder realizarlas? ¿Cuáles te hacen gozar? ¿Cuáles son un fin en sí mismas? Conocerlas y ser conscientes, de que nuestra vida es un conjunto de facetas, que se complementan y a las que de alguna manera hay que dar una respuesta: trabajo, ocio, salud, familia, amigos, pareja, sueños, aspiraciones, nos hace darnos cuenta, de la importancia que individual y colectivamente tiene cada una de ellas y nos impide poner en manos de una sola, todo el peso de nuestro bienestar.

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