No
sólo las acciones y las decisiones que tomamos conforman nuestra
vida. Aquel refrán que reza “obras son amores que no buenas
razones”, es tan solo una verdad a medias. Aunque a simple vista
parezca que las palabras que pronunciamos y escuchamos no vayan a ser
tan determinantes como nuestros actos, un enunciado mil veces
repetido se convierte en una realidad palpable.
¿Quién
no ha renunciado a hacer algo por la opinión de otros? No podrás.
Es muy difícil. O al contrario ¿Quién no ha hecho algo impulsado
por las palabras de aliento de los demás? Claro que puedes. Yo te
ayudo. ¡Qué interesante!
Pero
no sólo cuentan las palabras dichas por otros sobre nosotros y sobre
nuestra propia vida, también cuentan y mucho, incluso más, las que
decimos nosotros acerca de nosotros mismos y de nuestra vida. Esas
palabras que pronunciamos son una primera materialización de
nuestros pensamientos, de nuestros sentimientos, que si persisten en
el tiempo y repetidos en voz alta una y otra vez, terminaran
inevitablemente convertidos en nuestra realidad.
Por
ejemplo si no paramos de decir,bien en nuestro diálogo interno, como
en voz alta a otras personas:¡Qué asco de vida que llevo! Nuestra
vida devendrá a ser posiblemente asquerosa. Igual que si estamos continuamente repitiéndonos:
¡Qué feliz soy!¡Como disfruto de cada momento de mi vida! Irremediablemente
nuestra vida nos reportará cada vez, más motivos que confirmen esta
percepción.
Así
que observa lo que piensas, atiende lo que dices, porque posiblemente
ese sea el futuro que mañana te espera .
No hay comentarios:
Publicar un comentario