martes, 10 de febrero de 2015

Las palabras que decimos crean la realidad


No sólo las acciones y las decisiones que tomamos conforman nuestra vida. Aquel refrán que reza “obras son amores que no buenas razones”, es tan solo una verdad a medias. Aunque a simple vista parezca que las palabras que pronunciamos y escuchamos no vayan a ser tan determinantes como nuestros actos, un enunciado mil veces repetido se convierte en una realidad palpable.
¿Quién no ha renunciado a hacer algo por la opinión de otros? No podrás. Es muy difícil. O al contrario ¿Quién no ha hecho algo impulsado por las palabras de aliento de los demás? Claro que puedes. Yo te ayudo. ¡Qué interesante!
Pero no sólo cuentan las palabras dichas por otros sobre nosotros y sobre nuestra propia vida, también cuentan y mucho, incluso más, las que decimos nosotros acerca de nosotros mismos y de nuestra vida. Esas palabras que pronunciamos son una primera materialización de nuestros pensamientos, de nuestros sentimientos, que si persisten en el tiempo y repetidos en voz alta una y otra vez, terminaran inevitablemente convertidos en nuestra realidad.
Por ejemplo si no paramos de decir,bien en nuestro diálogo interno, como en voz alta a otras personas:¡Qué asco de vida que llevo! Nuestra vida devendrá a ser posiblemente asquerosa. Igual que si estamos continuamente repitiéndonos: ¡Qué feliz soy!¡Como disfruto de cada momento de mi vida! Irremediablemente nuestra vida nos reportará cada vez, más motivos que confirmen esta percepción.
Así que observa lo que piensas, atiende lo que dices, porque posiblemente ese sea el futuro que mañana  te espera .

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