lunes, 16 de febrero de 2015

De qué están hechas nuestras relaciones?



El otro día leí, que en ocasiones es bueno romper nuestras relaciones para descubrir de que estaban hechas. Es como cuando destripábamos un muñeco de trapo cuando éramos niños, para comprobar que en su interior, después de tanto amor y cuidados, de tantos momentos de risas y de ternura, de diversión y compañía, sólo habitaban las telas arrugadas, el algodón, la lana o la guata.
A menudo, cuando rompemos nuestras relaciones, después de muchas dudas, venciendo todos y cada uno de nuestros temores (a haber tomado una decisión errónea, a la soledad, a que esa añoranza anticipada que nos posee se cronifique en el tiempo, entre otros), descubrimos realmente de que estaban hechas esas uniones. Con frecuencia descubrimos que estos vínculos que rompemos y a los que renunciamos, estaban hechos de mentiras, de dependencias varias, de inseguridades compartidas, de ilusiones realizadas y de deseos frustrados.Es por eso que se extinguen, que mueren, que no sobreviven al paso del tiempo. Cuando cerramos una puerta, miles se abren y en cualquier caso el aprendizaje que nos aportó la experiencia de esta unión, es lo que nos hace crecer y perseverar en el camino de la vida.

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