jueves, 14 de julio de 2022

Las amistades peligrosas


 









No todo es lo que parece. Con el paso del tiempo conocí personas de todo los tipos. Algunas se desconocían tanto que se definían en función de lo que los demás decían de su persona. O simplemente se identificaban con su profesión, si esta les aportaba prestigio, o con sus posesiones y propiedades, como si fueran una extensión de la casa que habitaban y del coche que conducían por poner un ejemplo. O hacían mil viajes largos, caros, a la otra parte del mundo, con la esperanza de que al regresar se encontrarían con que eran unas personas distintas. Otras personas mostraban una cara y un discurso en función de con quién estaban y un día descubrías que te traicionaban abiertamente, tanto en privado como en público. Nadie puede ir en contra de su naturaleza, manipuladora, falsa, nadie cambia, ni siquiera con los palos tremendos que la vida les tiene preparados. No son capaces de ser, ni de hacer ninguna otra cosa más, que lo que son y lo que hacen y ni siquiera así se sienten satisfechos consigo mismos. Son personas que no encuentran la paz en esta vida, escudándose en esto o aquello y que justifican de esta forma todo el dolor que son capaces de causar con sus palabras, con sus acciones, con sus inesperadas traiciones, pues solo nos habían mostrado su mejor cara aunque no la verdadera, la de alguien que con su crueldad era capaz de pisotear nuestro corazón cuando menos lo esperásemos, dando lugar a un antes y un después en una relación que pasa a ser inexistente.


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