jueves, 28 de noviembre de 2024

Eva



















A pesar de vivir en Valencia y haber presenciado y sufrido los devastadores efectos de la DANA o tal vez precisamente por eso y la empatía que despierta en el ser humano el sufrimiento ajeno, no debemos olvidar otras guerras, otros frentes abiertos, que se hallan en otros lugares del mundo y otros en el mundo entero.

Me he acercado al supermercado y a pesar de llamarme por mi nombre me he dado la vuelta y la persona que tenía frente a mí era una desconocida para mí. He pensado que se había confundido de persona. Pero ella ha insistido:

-Amparo ¿Qué pasa? ¿Qué no me reconoces?

-No – he admitido.

- Soy Eva – me ha dicho.

Eva, mi compañera de carrera, con la que estudiaba a menudo. La amiga fiel que me tranquilizaba y daba consejos cuando acudía a ella abatida por los vaivenes de la existencia. Eva… Bailes y risas. Confidencias. Finalmente nos perdimos la pista la una a la otra. La vida.

Pero esta no era la Eva que yo conocía. Esta Eva pesa 43 kilos y hace dos años que tiene cáncer. Esa lucha silenciosa que Dios envía a combatir a sus mejores guerreros. Hemos estado hablando un rato. De la enfermedad en sí, de sus sobrinas, de mis hijos.

Me he sentido profundamente conmovida, conmocionada por las sorpresas que la vida nos tiene reservadas a cada uno de nosotros.

Esa es una guerra que muchos batallan y afortunadamente muchos también superan en todos los lugares del mundo.

Luego al salir del supermercado me he encontrado con un grupo de árabes, uno de ellos lloraba desesperado, mientras los otros trataban de calmarle y solo he alcanzado a entender GAZA.  ¡Dios mío las guerras que hay activas ahora mismo en el mundo!

Entonces he entendido que hay tantos frentes abiertos: los desastres naturales, las enfermedades terribles, las guerras aniquilantes, que cuando nos quejamos de nuestras pequeñas molestias, nuestras insignificantes frustraciones, estamos siendo injustos por no agradecer cada día todo lo que tenemos y disfrutamos: salud, trabajo, amor sincero de quien nos quiere.

¿Acaso hace falta algo más para vivir?


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