Con el
paso del tiempo he aprendido a respetar el lugar dónde quiere estar cada uno y
desde el que se posiciona para enfocar la mirada que tiene acerca de la vida y
de las personas que conoce y que condiciona lo que es su trayectoria vital y el
trato hacia ellas.
Cada persona elige los valores que rigen su vida (la belleza, el dinero, el estatus social, las posesiones, el prestigio, hacer el bien e inclusive hacer el mal, superarse para ser su mejor versión…) así como a las personas objeto de su afecto (a veces guiados por falsos testimonios levantados por terceros y no por su propio conocimiento y experiencia con esas personas).
Cada
persona es responsable de sí misma a todos los niveles y de nada valen las excusas.
Tal vez las únicas admisibles sea la falta de madurez y el no querer aprender
de sus propios errores.
De
esta manera respeto a todos y a todas, pero igual que respeto exijo ese respeto
hacia mí. Ya que si algo he aprendido es que toda relación o no relación tiene
que estar equilibrada en todos los componentes que la integran y que se
intercambian. Inclusive en ese respeto tácito implícito en toda relación y no
relación, que permite una consideración, una cordialidad y una indiferencia que
proporciona un mínimo confort en las mismas a ambas partes.
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