Ayer estuve viendo la película "El estanque dorado", del director Mark Rydell y que cuenta con un elenco de grandes actores: Henry Fonda, Katharine Hepburn y Jane Fonda entre otros. Saca a relucir la urgencia de reconciliarse con los nuestros (los más cercanos: nuestros padres y familiares) y superar viejas rencillas ante la certeza de la cercanía de la muerte.
Tal vez esa idea fue la que más resonó en mí, ya que recientemente me he enterado del repentino deterioro en que ha entrado un amigo mío, que se encontraba perfectamente hasta los 92 años. Cabeza lúcida, autónomo, no tomaba una pastilla para enfermedad alguna y de forma inesperada su magnífica salud se quebró bruscamente iniciando un proceso mórbido relacionado con el Alzheimer. Me costó de asimilar semejante noticia y pensé cuánto más duro será para sus familiares. Y después ver esta película y recordar cuánto nos afanamos por conseguir tener controlado el curso de nuestra vida, nuestras actividades, nuestros proyectos, todo lo que nos sucede y cómo inexorablemente todos acabaremos dando un vuelco inesperado, el final de un camino que sin duda llegará.
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