martes, 28 de octubre de 2025

Todos vamos en el mismo barco

Todos andamos solos, perdidos a ratos, sin saber muy bien hacia dónde vamos, pero vamos caminando, guiados por los mandatos sociales, por lo que sentimos, por lo que nos han dicho que tenemos que sentir, por lo que nos han dicho que tenemos que hacer, por lo que es necesario hacer para vivir en esta sociedad. Vistos desde esta perspectiva, tal vez, la compasión y la empatía, pudiera ser un punto de encuentro, más fácil de alcanzar cuando nos damos cuenta de que en cierta manera todos, los ricos y los pobres, los sanos y los enfermos, los triunfadores y los fracasados, vamos en el mismo barco, unos en un yate de lujo y otros nadando, pero atravesamos el mismo mar haciendo la misma travesía.

Realmente esa sensación de no saber hacia dónde vamos, perder el rumbo momentáneamente, nos debería de acercar cada vez más, de una forma espiritual, más allá de los engranajes que gobiernan este mundo, a nuestros compañeros, nuestros coetáneos, las personas con las que coincidimos en esta vida y que a veces juzgamos de una forma dura y que a veces nos juzgan de una forma dura, sin pensar que ellos como nosotros estamos luchando por encontrar nuestro camino. El camino que nos lleve a la felicidad, que nos haga encontrar el equilibrio, que nos haga alcanzar lo que siempre hemos deseado. En ese sentido todos vamos en el mismo barco, porque incluso los que parece que han conseguido lo que ansiaban, muchas veces son los que se sienten más desgraciados, los que más sufren, los que lamentablemente menos claro tienen los límites del camino que tienen que transitar. Por lo que la compasión, la empatía y el amor, deberían de ser lo que rigiera nuestras relaciones. Las relaciones con los demás, con las personas con las que convivimos: en nuestra casa: con nuestros hijos, con nuestros padres, con nuestra pareja, con nuestros hermanos, en el trabajo: con nuestros compañeros y jefes, en el lugar donde vivimos: con vecinos y conocidos. Porque todos en el fondo, viviendo en una casa más grande o pequeña, conduciendo un coche más grande o pequeño, trabajando en un trabajo mejor o en un trabajo más precario, todos andamos a la deriva, pensando en encontrar aquello que nos satisfaga de una forma plena, que nos deje de hacer sentir vacíos, inocuos, banales, superficiales. Todos buscamos esa profundidad que dé sentido a nuestros días, que haga que nuestro comportamiento sea impecable, que nuestra vida sea un ejemplo y un aporte para el resto de las personas con las que estamos.

Tal vez el día que entendamos todo esto, habremos conseguido cambiar el mundo, habremos conseguido entender que no somos tan distintos, que todos somos iguales, o al menos muy parecidos. Iguales en algunos aspectos vitales en los que todos queremos encontrar un propósito y una proyección que dé sentido a nuestra existencia más allá de nuestras posesiones, más allá de nuestra carrera profesional, más allá de nuestra familia, más allá de nuestras amistades, encontrar el significado y el sentido de ser. ¿Para qué somos? ¿Para qué queremos ser?

viernes, 3 de octubre de 2025

¿Qué es la vida?

La vida es una eterna búsqueda de uno mismo y de situaciones que nos proporcionen estabilidad, a pesar de que la naturaleza de la vida es el cambio. Todas estas situaciones que momentáneamente nos parecen estables, llega un momento que cambian. Cambian porque esa es la naturaleza de la vida y porque si no, no aprenderíamos nada, no evolucionaríamos, no habría ningún aprendizaje, nada que nos hiciera distintos a los que éramos ayer y a los que seremos mañana. Tendemos a aferrarnos a las cosas, a las personas, a las situaciones, a los lugares, a nuestra casa, a nuestras pertenencias, pero todo nos es prestado por un tiempo limitado, eso lo sabemos. Toda relación va a sufrir una evolución, va a sufrir un cambio: nada es estático, todo es dinámico, todo es evolución y cambio. La vida es eso: cambiar, avanzar, fluir.

Así que cuanto más aceptemos la naturaleza de la vida, menos nos resistamos a la misma, menos sufriremos, menos dolor o desengaños, menos sentimientos negativos sentiremos respecto a la misma. La vida es así y todo es perfecto tal y cómo es y eso es lo que tenemos que interiorizar que todo es perfecto tal cual es, tal cual ocurre, que lo que ocurre es lo mejor que puede ocurrir para mi mayor bien y el de los demás, para su evolución y crecimiento y para el mío propio.

Cada uno vibrará en una frecuencia distinta, cada uno está en un momento evolutivo distinto, cada uno ve la vida desde un palco distinto. Ve el mismo escenario, pero desde una butaca distinta: unos ven el escenario a ras, otros lo ven desde arriba y hay mil ángulos para observar lo mismo y por lo tanto mil percepciones y mil caminos distintos para seguir a partir de ahí evolucionando y creciendo.

martes, 29 de julio de 2025

La más pura felicidad

La más pura felicidad se refleja en la cara con una sonrisa abierta, perenne, soñadora de alguien que casi no cree el poder disfrutar de su suerte. Con esa sonrisa casi bobalicona, permanente, con esa mirada ilusionada que elije ver solo lo bueno de esa situación de la que disfruta y que considera rica, inesperada, prolífica en matices y en sensaciones de bienestar, que engrandece los detalles hasta hacerlos de una belleza descomunal y a los que atribuye un peso definitivo en su vida. Puede parecer que alguien que disfruta así de la felicidad que la vida le procura puede ser ingenuo, pecar de inocente o tal vez sea lo suficientemente sabio como para haber encontrar la medida justa del valor de las cosas y saber apreciar por lo tanto y disfrutar la situación que vive en toda su dimensión, en todo su esplendor. Una dimensión y un esplendor que escapan a las personas que puedan considerar que ser feliz es un acto de irresponsabilidad frente a una realidad tan dura como la que nos rodea más que una obligación a cumplir que depende de cada uno y de su capacidad de apreciar y de disfrutar la vida.

lunes, 28 de julio de 2025

La necesidad de pertenecer

La necesidad de pertenecer a un grupo, de estar en armonía con el mismo, nos lleva a veces a no expresar con libertad nuestra opinión y a considerar como normal que todos opinemos lo mismo a cerca de una cuestión, siendo que lo más lógico sería tener una opinión distinta acerca de dicha cuestión condicionada por nuestras propias experiencias, nuestras propias creencias, percepciones e improntas y respetar y enriquecernos con esa variabilidad que cada ser humano puede aportar con su visión de las cosas.

Sin embargo, nos es más cómodo sentirnos pertenecientes a un grupo y adherirnos a esa corriente de pensamientos, de opiniones, de forma de estar en el mundo. Nos es más fácil a nosotros porque de esta manera no pensamos, asumimos que otros piensen por nosotros y les es más cómodo a los otros. A los que nos quieren clasificados, alineados, despersonalizados, carentes de iniciativas y propuestas, de originalidad y creatividad.  A los que nos quieren ver individuos con comportamientos previsibles, programados para ser como el resto, para pensar y opinar como el resto, para olvidarse de sí mismos, de quiénes somos y de cómo somos, de cuáles son nuestras potencialidades y sueños y de nuestra capacidad para dibujar un camino alternativo al trazado, que otros puedan transitar y romper así con la necesidad de pertenecer al grupo.


miércoles, 16 de julio de 2025

La colaboración

Me he cruzado con un reguero de hormigas. Siempre me ha maravillado como se organizan, como colaboran unas con otras, como el esfuerzo individual tiene un fin colectivo, como van en fila una detrás de otra en una dirección y en la dirección contraria van una detrás de otra en la otra dirección, abasteciéndose de todo aquello que encuentran, sorteando cualquier obstáculo que encuentran en su camino, bien puede ser una piedra pequeña que para ellas es tremendamente grande.

Siempre me ha fascinado su esfuerzo individual y como ese esfuerzo individual tiene una finalidad de colaboración colectiva. Como unos seres tan pequeños son capaces de organizarse tan fácilmente y de forma instintiva para conseguir el bien común.

Me parece increíble que los seres humanos, las personas, en cambio no seamos capaces de hacer lo mismo ni por asomo, que ese esfuerzo individual que hacemos no esté enfocado en la colaboración con otros seres humanos, sino en el beneficio propio.

Me parece increíble que una hormiga que tiene un cerebro de un  tamaño casi microscópico al lado del cerebro humano, haya llegado a una conclusión que le salva a ella y que salva al resto de sus compañeras, mientras que los seres humanos incapaces de llegar a una conclusión tan evidente y sencilla, se enfrentan los unos con los otros tratando de destruirse, tratando de competir unos con otros, tratando de ponerse por encima unos de otros, olvidando que todos somos seres humanos y que por lo tanto nuestro bien común debe de prevalecer por encima de los intereses individuales o que al menos estos intereses individuales deben de contemplar el contribuir al bien común.

El ser humano, las personas, nos encontramos en el polo opuesto en cuanto a colaboración y cooperación con semejantes se trata. Estoy hablando de guerras, de hambrunas, de falta de recursos básicos, mientras que vivimos en un planeta que podría abastecernos a todos sin ningún tipo de problemas, se mantiene el que una parte de la población mundial acumule ropas, comida que no puede comer y que tiene que tirar la basura, agua potable que sale de un grifo, frente a otras partes del mundo que no tienen lo más básico: carecen de agua, carecen de comida, viven dejados de la mano de Dios que se suele decir.

Porque que el ser humano haya adoptado esa decisión de mantener ese desequilibrio entre unas poblaciones de unas partes del mundo y otras es algo perverso y sin sentido que no puede conducirnos a nada bueno, pero es algo que conozco desde que nací y que a pesar del tiempo transcurrido es una situación que se mantiene en el tiempo porque por algún motivo no interesa que todos tengamos un mínimo nivel de vida, un acceso al agua, a la comida, a la vivienda.  Los países pobres son saqueados por los países ricos, se llevan todas sus riquezas, todos sus recursos. Los políticos de todos los países, pero en esos países todavía de forma más escandalosa, concentran su poder para dominar la economía y para generar guerras que no permiten el avance de la población a una situación digna.

¿Por qué ocurre todo esto? ¿Por qué hay gente que podría cambiarlo y no lo cambia? Hay personas que tienen poder, que tienen un poder de decisión que podría cambiar este contexto, pero no lo hacen. Generan guerras, generan hambrunas, generan epidemias para mantener el estado a nivel mundial en el que vivimos.


jueves, 5 de junio de 2025

Ellos


        
 
                                                                            

Ella le regaló una brújula y unos prismáticos. La brújula para que nunca perdiera el norte, para que siempre supiera dónde estaba, para que no perdiera de vista sus horizontes. Los prismáticos para que su panorámica sobre las circunstancias, las personas y los acontecimientos que surgían fuera mayor, lograse llegar a verlo todo desde varias perspectivas.

Él le regalo un libro con las hojas en blanco para que lo llenase de historias que a ella tanto le gustaban escribir y un montón de joyas para que nunca olvidara lo valiosa que era y todo lo que merecía en esta vida.

Con el tiempo la relación que los unía sucumbió a las imposiciones que suponían las expectativas que cada uno de ellos proyectaba sobre el otro y a la negativa que cada uno recibía de no poder ser uno mismo para poder permanecer en la relación.

Sus caminos se bifurcaron, fueron felices y profundamente desgraciados juntos y en su último adiós no podían todavía creer lo que les había ocurrido.

Fue una lección de la vida. Una lección hermosa y terrible a un tiempo, pero con extraordinarios y transcendentes frutos y aprendizajes.

Ella por fin volvió a ser quien era y llegó a ser quién siempre quiso ser desde el principio de los tiempos. El continúo buscándose en el reflejo de otra mujer sin pensar que había otros caminos.

Ya no se extrañan, pero no se olvidan ya que dos hijos los unen para siempre. 



lunes, 5 de mayo de 2025

El juego de la confusión: " Los Soprano"

   


                                                                                                                                                                    





Ayer asistí al visionado del último capítulo de la serie “Los Soprano”. Un final original y artístico que nos muestra como imagen final, la reunión de la familia en una cafetería típica americana, congelando la imagen de la hija subiendo las escaleras para consumar un encuentro que nunca veremos. En la imagen los protagonistas nos miran a nosotros como indicándonos que ahí estarán hasta que de nuevo los necesitemos.

A lo largo de 6 temporadas y 86 episodios de una hora de duración la mayoría de los cuales hacen gala de una calidad digna de una película tanto por su trama, interpretación, como fotografía, la historia de la familia Soprano nos hace caer en la ruptura de la dicotomía buenos y malos. En la serie los malos son buenos, porque de una forma u otra terminamos por empatizar con los mismos, al mostrarnos su lado más humano sobre todo en la relación que se establece en la terapia recibida por el protagonista y su psiquiatra. Al tiempo que nos recuerda que siempre hay un resquicio de bondad y de maldad en todo ser humano: depende de a cuál de las dos facetas que habitan en nosotros alimentemos.

A través de un estudio realizado con sociópatas, queda demostrado que el realizar terapia con ellos distorsiona aún más su frágil sentido de la ética, por lo que la terapia resulta ineficaz. La psiquiatra que trata a Tony Soprano termina por claudicar ante la presión que sus colegas psiquiatras hacen utilizando este estudio para argumentar lo absurdo que resulta hacer terapia con un mafioso y abandona el intento tras siete largos años.

Con este pequeño giro a simple vista inocente e insignificante, los guionistas nos llevan a reflexionar sobre la dicotomía del bien y del mal, la distorsión que de la misma se lleva a cabo a través de la empatía y nos recuerda que en ningún momento la serie de ficción que refleja hechos reales deja de tratar sobre mafiosos, personas despiadadas, que extorsionan, roban y matan por oficio y a veces por devoción incluso a los de su propia sangre si la situación creen que lo requiere como si de una jauría de lobos se tratase.