Ayer asistí al visionado del último capítulo de la serie “Los
Soprano”. Un final original y artístico que nos muestra como imagen final, la
reunión de la familia en una cafetería típica americana, congelando la imagen de
la hija subiendo las escaleras para consumar un encuentro que nunca veremos. En
la imagen los protagonistas nos miran a nosotros como indicándonos que ahí estarán
hasta que de nuevo los necesitemos.
A lo largo de 6 temporadas y 86 episodios de una hora de
duración la mayoría de los cuales hacen gala de una calidad digna de una
película tanto por su trama, interpretación, como fotografía, la historia de la
familia Soprano nos hace caer en la ruptura de la dicotomía buenos y malos. En
la serie los malos son buenos, porque de una forma u otra terminamos por
empatizar con los mismos, al mostrarnos su lado más humano sobre todo en la
relación que se establece en la terapia recibida por el protagonista y su
psiquiatra. Al tiempo que nos recuerda que siempre hay un resquicio de bondad y
de maldad en todo ser humano: depende de a cuál de las dos facetas que habitan
en nosotros alimentemos.
A través de un estudio realizado con sociópatas, queda
demostrado que el realizar terapia con ellos distorsiona aún más su frágil
sentido de la ética, por lo que la terapia resulta ineficaz. La psiquiatra que
trata a Tony Soprano termina por claudicar ante la presión que sus colegas
psiquiatras hacen utilizando este estudio para argumentar lo absurdo que resulta
hacer terapia con un mafioso y abandona el intento tras siete largos años.
Con este pequeño giro a simple vista inocente e
insignificante, los guionistas nos llevan a reflexionar sobre la dicotomía del
bien y del mal, la distorsión que de la misma se lleva a cabo a través de la
empatía y nos recuerda que en ningún momento la serie de ficción que refleja
hechos reales deja de tratar sobre mafiosos, personas despiadadas, que extorsionan,
roban y matan por oficio y a veces por devoción incluso a los de su propia
sangre si la situación creen que lo requiere como si de una jauría de lobos se
tratase.
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