La confianza en
uno mismo comienza cuando uno confía en lo que está ocurriendo, confía en que las
personas que le rodean son las adecuadas para su evolución y aprendizaje, en
que están allí por algo, en que tiene sentido lo que está ocurriendo. Tener
confianza en uno mismo supone confiar en lo que ocurre y confiar en las
personas no ciegamente sino como meros instrumentos mutuos de nuestro
aprendizaje y del de ellos. La vida nos ha llevado a ese punto de confluencia
para que ambas partes aprendamos.
Tener confianza
en uno mismo es fluir con las circunstancias y pensar que siempre habrá una forma
en la que estas se solucionarán, encontrarán su forma de acontecer de forma
armoniosa para todos. Tener confianza en uno mismo es saber que los cambios
llegarán, esperarlos, abrazarlos y cambiar con ellos.
Tener confianza
en uno mismo es saber que nada es para siempre y que igual que estamos de paso
en esta vida, todas las cosas que ocurren también están de paso y pasaran, como
nosotros también pasamos por la vida, como un paseo.
Tener confianza
en uno mismo es sentirse pleno y en armonía con todo lo que acontece, con las
personas que nos acompañan, dejando que cada uno sea como es, aceptándolo tal
cual es y tal cual se comporta. Dejándolo ser sin juicios.
Tener confianza
en uno mismo es saber que la vida siempre quiere lo mejor para nosotros, aunque
haya momentos en que no lo parezca, momentos duros, tristes, crueles, que no sabemos
cómo encajar. Aunque haya momentos de confusión, aunque transitemos duelos, aunque luchemos batallas. Todo tiene un sentido y tiene una finalidad.
Tener confianza
en uno mismo es esperar que nada salga exactamente como tú quieres.
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