En ese sitio está nuestro lugar sagrado, nuestro refugio, nuestra salvación, nuestro espacio de retiro, de recuperación. Es allí,donde podemos volver a recordar quiénes somos y lo poco que necesitamos para sentirnos bien. Es éste un lugar, donde protegernos de los asaltos del exterior, de los conflictos, de los problemas propios y de los otros, de los obstáculos, de los fracasos, de las frustraciones….De esos sentimientos iracundos, que a veces nos invaden y que en ocasiones alimentamos, hasta que nos paralizan, hasta que nos hacen perder el Norte, haciendo que nos instalemos en la duda, en la insatisfacción, en el tedio. Éste es el sitio apropiado para recuperar fuerzas, para encontrar una visión clara y objetiva de lo que nos acontece: nada es tan terrible,ni tampoco tan maravilloso.
De ahí la importancia de visitarnos de vez en cuando, incluso a diario, para reencontrarnos con nosotros mismos, sentir la grandeza, la riqueza que existe en nuestro templo interior y así evitar perdernos en las nimiedades de la vida de cada día.
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