martes, 28 de julio de 2015

La servidumbre del amor




En el amor siempre hay una cierta servidumbre difícil de evitar. La primera servidumbre que aparece es hacia las expectativas que la relación amorosa en sí genera en cada uno de los enamorados. Hacia la aprobación que se espera del otro, hacia la proyección que se hace en éste, de todo lo que de él/ella esperamos: le dotamos de una serie de virtudes que tal vez no posea, atributos que creemos intuir, o que incluso vemos(por aquello de que el amor es ciego y como ciego tiene licencia para ver solamente lo que sus ojos quieren apreciar aunque eso qué quieren apreciar simplemente no exista). Más tarde hacia esa dependencia emocional que repentinamente ha surgido entre los enamorados: el otro es el que nos provee de una felicidad que antes de que entrara en nuestra vida no disfrutábamos y a la que nos habituamos y de la que cada vez queremos más, como si de una droga dura se tratara. A pesar de que la actividad de un considerable número de hormonas y neurotransmisores sean los artífices de estos episodios románticos y de que todo, a veces, resulte ser ficticio e ilusorio, todos queremos caer una vez más en esa ficción, vivir otra vez esa ilusión. Los seres humanos anhelamos la estabilidad, la seguridad. Nos gusta creer que las cosas son para siempre a pesar de que la vida misma nos muestra a cada paso día tras día, que todo son etapas para constituir al final una vida entera. Nos gusta aferrarnos a esa estabilidad, a la repetición, a la rutina, que finalmente y a largo plazo mandará al traste esa relación que por un periodo de tiempo largo,muy largo o corto, muy corto,nos mantuvo prisioneros, aislados del mundo y de nosotros mismos. De esa forma pasaremos a la siguiente etapa de nuestra vida. Una vida hecha de varias relaciones,de amores diversos,de ilusiones varias. Sin embargo la magia del amor hace que con gusto paguemos una y otra vez el precio de esta servidumbre, al tiempo que alimentamos la creencia de que cada vez seremos más sabios, más capaces de construir relaciones más saludables a la par que placenteras, en los que ambos miembros de la pareja lejos de estar cautivos puedan experimentar el gozo de crecer en compañía. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario