Ayer
viendo “Los increíbles", una familia de superheroes condenados
a vivir una vida ordinaria, me vino a la cabeza la frustración que
nos produce en general, vivir por debajo de nuestras
potencialidades. Y es que de una forma o de otra, todos somos
superheroes condenados a vivir una vida ordinaria. Todos contamos con
talentos y con habilidades que no siempre desarrollamos:bien por
falta de tiempo, de confianza en nosotros mismos, por
pereza...Mientras, la vida transcurre y la cotidianidad engulle
nuestras esperanzas de vivir una vida a la altura de nuestras
posibilidades reales. Nos acomodamos a la situación en la vivimos,
adormecemos esa vocecilla interna que nos recuerda una y otra vez
todo lo que somos capaces de hacer, como si escucharla nos molestara,
ya que si nos tomáramos en serio su mensaje implicaría un cambio.Un
cambio que en un principio vendría a complicarnos la vida de una
forma considerable.
-¡Qué
te calles te he dicho! ¿Qué yo podría hacer qué? Mira ya está
bien que yo estoy muy bien como estoy.
Luego
nos quedamos rumiando nuestras propias palabras, nuestras propias
argumentaciones, ya que esa vocecita somos nosotros mismos, nuestras
dudas respecto a lo que somos y hacemos, nuestros deseos de hacer
otras cosas, de vivir otra vida,una vida a la altura de nuestros
talentos. La vida que le corresponde vivir a un superheroe.
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